Se acerca un año más el 28 de Junio, día en el que se celebra el
orgullo gay.
Parece mentira que aún estando en pleno siglo XXI tengamos tanto
que
avanzar en algo tan natural como el amor entre dos personas. ¿Qué
más da que
sean del mismo sexo? ¿Acaso a mi me perjudica con quien
se acuesta o se levanta
cada cual? ¿Por qué tengo que dar explicaciones
de si soy gay o heterosexual?
Si a mi nadie me juzga por mis gustos
sexuales, ¿quiénes somos para juzgar a un
semejante por tener gustos
diferentes?
El amor es amor. No entiende de colores ni de género. No
tendríamos que
hablar de armarios o de aceras. Cada cual camina y
sale de donde le apetece
en el momento que lo considera oportuno.
Todos, bueno, casi todos somos
capaces de crear una familia y tener
hijos, ya sean naturales o adoptados, lo
importante es enseñar a esos
niños que el respeto y la comprensión está por
encima de todo, siendo
indiferente si esa familia es de hombre y mujer, monoparental
o
compuesta por dos personas del mismo sexo. Lo primordial es que se
les inculque
algo tan necesario como el respeto a los demás. Un
respeto, que hará mucho más
fácil la vida en este loco mundo en el que
vivimos.
Todavía queda una parte de la sociedad, que considera la
homosexualidad como
una enfermedad…bueno,más bien la
enfermedad está en el cerebro de aquellos
que piensan así, y eso por desgracia si que no tiene cura, y además crea alergia, sin
ir más lejos a
mi me salen salpullidos cuando me tropiezo con algún ser así, y lo peor
es
que no encuentro ningún repelente para que no se acerquen, así que
habrá que tirar
de ingenio y respirar hondo para no tener que
ponernos a su altura.
Estoy segura, o al menos es mi deseo, que muy pronto todo esto
quedará en
cosa del pasado. Y seguiremos celebrando ese día, no
porque sea necesario llamar
la atención sobre el colectivo LGTB que
tanto tienen aún por lo que luchar, sino
porque ¿a quién le amarga una
fiesta?
Además tenemos la inmensa suerte de que
la ciudad que más
afluencia de público tiene en toda Europa, está en nuestro país, y
se
trata de nuestra capital, Madrid, donde se congregan cada año más de
dos millones
de personas que disfrutan de un día lleno de color,
música, baile y sobre
todo, acercamiento.
Aprovechemos para
ponernos las plataformas y dar rienda suelta a la Drag Queen
que
algunos y algunas llevamos dentro. Pongámonos en los zapatos del
prójimo y sabremos que tal se anda.
Pero sobre todo, sintámonos orgullosos de ser abiertos de mente y
corazón.
Love is love.
Feliz vida.
Dedicado a todos mis amigos y amigas, y a los desconocidos, que aún
siguen
luchando por una igualdad que les corresponde por derecho, y por los que siento simplemente, ORGULLO.